lunes, 4 de julio de 2016

La  Agricultura  Orgánica  como  estrategia para reducir los gases de efecto  invernadero (GEI).


Desde el siglo XX, a partir de la Revolución Industrial y de  la Revolución Verde en la agricultura, nuestro planeta Tierra ha venido experimentando una serie de cambios a nivel climático (debido al incremento de algunos gases a partir de allí), lo que convirtió al ser humano en el principal agente del cambio climático.

El efecto invernadero natural es importante para el desarrollo de la vida en nuestro planeta, de lo contrario las temperaturas serían muy bajas. Sin embargo, algunas actividades antrópicas como la industria y la agricultura han provocado un aumento de los gases con efecto invernadero (GEI).

Las prácticas de la agricultura convencional han causado el aumento de las emisiones de  dióxido de carbono (CO2), metano (CH4) y dióxido nitroso (N2O), considerados gases de efecto invernadero.

Una estrategia válida para reducir el impacto negativo de la agricultura convencional nos la brinda la Agricultura Orgánica por medio de sus prácticas de manejo que permiten:
  • Conservar la biodiversidad, por ejemplo mediante la asociación y rotación de cultivos.
  • Conservar la calidad del agua debido a que no se usan productos de síntesis química que puedan contaminar las aguas superficiales o profundas.
  • Conservar la fertilidad del suelo por el uso de rotaciones de cultivos, abonos orgánicos o plantas leguminosas.
  • Evitar la erosión mediante el uso de coberturas vegetales.
Todas estas prácticas redundarán en una reducción en la producción de CO2 y  N2O en mayor grado, y de CH4 en menor grado, lo que permitiría disminuir los impactos negativos que en definitiva afectarían la seguridad alimentaria de las poblaciones más vulnerables.

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